EL ARBOL DEL BIEN Y DEL MAL

jueves, 23 de agosto de 2012


 No recuerdo la cara de mi padre, aunque sí su mirada terrible que me hacía bajar la cabeza y su áspera voz que me despertaba con un "¡Venga mocoso a trabajar¡¡Gánate el pan que comes¡, mientras me tiraba un mendrugo como desayuno.Tampoco he podido olvidar un sucio y maloliente sombrero que siempre llevaba, y que se jactaba de haber ganado a un estúpido en una apuesta, ni mucho menos su cinturón con una gran hebilla en forma de cruz que no me dejaba tocar. Andaba con grandes pasos, lanzando patadas a todo lo que le molestaba y mascando tabaco con sus dientes ennegrecidos.

Sólo tenia cinco años cuando empecé a ayudarle en la granja. Bueno, así la llamaba mi padre, pero yo todo lo que recuerdo es una casa destartalada, húmeda y oscura, con polvo y telarañas en los rincones, con muebles mohosos y medio rotos y al lado una cuadra donde vivían dos vacas y un puñado de gallinas.

Mi padre nunca me llamaba por mi nombre, Joe, sino que se refería a mí como "mocoso", "inútil" o algún otro apelativo parecido. Sólo oía mi nombre los miércoles por la tarde, cuando Tomás, el hijo de la tendera, iba a comprarnos los huevos y la leche.

Todas las noches mi padre me hacia sentar en el suelo y me hablaba de un Dios terrible que nos vigila todo el tiempo y que hace caer toda su ira sobre aquel que no le complace. Su venganza es terrible, llega con truenos y relámpagos y te lleva al infierno.

La noche en que cumplí seis años me dijo que Dios le había encargado que me vigilase. Dios hablaba con él y le había dicho que se le manifestaría a través de un árbol que había en la parte trasera de la casa. Era un árbol no muy alto, con hojas verdes. Mi padre lo llamaba el árbol del bien y del mal y me dijo que a través de él Dios le diría si estaba contento o no conmigo, dependiendo del sabor de sus frutos.

Al día siguiente, además de mis tareas diarias me encargó el cuidado del árbol. Cuando dio frutos amarillos, de intenso olor y hermoso aspecto, mi padre tomó uno, lo partió por la mitad y lo probó. "¡Está acido¡" gritó. "Esto quiere decir que Dios no está contento contigo. ¡Tendré que enseñarte¡" Me arrancó la camisa, me hizo ponerme de rodillas bajo el árbol, se quitó el cinturón y me pegó hasta que las marcas en forma de cruz sangraban en mi espalda. "Si Dios estuviera contento contigo,los frutos serían dulces¡¡Reza y pidele a Dios clemencia¡

Yo trabajaba y trabajaba, cuidando el árbol con mimo y temor y rogaba a Dios clemencia como me había dicho mi padre.

Al cabo de un tiempo mi padre volvió a coger un fruto del árbol, lo metió en la boca, pegó un mordisco y al notar su sabor, lo escupió y tiró con furia al suelo. "¡Hijo desagradecido¡¡Ven aquí¡¡Veo que no has aprendido¡ Se quitó el cinturón y me volvió a pegar con la gran hebilla en forma de cruz.

Una noche, estalló una gran tormenta, parecía que los truenos iban a derribar la casa. Yo sabía que era Dios, que furioso conmigo, venía para llevarme al infierno. Pasé toda la noche escondido bajo las sabanas, sudando de miedo. Ya estaba amaneciendo cuando oí un gran ruido, luego silencio. Dudé, no quería dejar mi escondite, pero al final me acerque a la ventana. ¡Total, si Dios lo veía todo me encontraría de todas formas¡

Mire por la ventana con la cortina tapándome media cara y entonces vi el sombrero en el suelo, debajo del árbol del bien y del mal, y a su lado a mi padre tumbado, quieto, con un chorrito de sangre saliendo por la boca y con una gran rama medio quemada encima del cuello. Rodeándolo, montones de frutos amarillos.

Mi boca se secó de repente en un gran nudo, no podía respirar, retrocedí temblando y me metí de nuevo en la cama, completamente tapado, doblado sobre mi mismo, la cabeza entre los brazos, los ojos y los dientes apretados. Estaba seguro de que Dios se había llevado a mi padre por mi culpa y que ahora vendría a por mí. No sé cuanto tiempo permanecí allí , empapado en sudor y después también en orina, porque no me atrevía a moverme, apenas a respirar.

Una voz llegó de abajo: "Joe, Joe, ¿donde estás muchacho?" Escuché pasos subiendo las escaleras, acercándose más y más, se abrió la puerta del cuarto, una mano se posó en mi hombro..."¡No quiero ir al infierno¡¡Seré bueno, lo prometo¡ grité con los ojos cerrados, mientras alguien tiraba de la sábana y me dejaba al descubierto. "Joe, abre los ojos, soy yo, Tomás¡". Le miré y sí, era Tomás, el hijo de la tendera. "Estoy aquí Joe, tranquilízate.¿Has visto a tu padre? Sí, claro, por eso estás así." me dio mirando mi cara aterrada y las sabanas empapadas. "Tu padre ha tenido un accidente Joe" prosiguió acariciándome la cabeza, "Ha muerto. Ven conmigo. Todo irá bien"

Tomás me llevó a su casa, y su madre decidió que en vista de que no tenía ningún otro familiar, me quedaría a vivir con ellos. Yo estaba seguro, de que Dios vendría a por mí, estuviese donde estuviese, pero al ir pasando las semanas me fui tranquilizando, quizás había decidido darme otra oportunidad.

En esa casa, la vida era completamente distinta a todo lo que yo había conocido. La señora Ana y Tomás me trataban siempre muy bien, empecé a ir a la escuela e hice amigos. Por la tardes, después de clase, íbamos a jugar al páramo y luego volvía a casa donde la señora Ana siempre me recibía con una rica merienda. Me sentía muy bien allí, pero a veces soñaba con mi padre y sus sermones: "Hay que sufrir, para ser merecedor de la misericordia de Dios" y entonces pensaba que esa felicidad era una especie de trampa y que seria castigado.

Un día, al volver a casa, entre en la cocina y vi a la señora Ana con un montón de frutos amarillos encima de la mesa. La miré aterrado y eché a correr. "Tenía razón, era una trampa, ella ha probado los frutos y ahora me pegará" Tomás, que estaba con ella en la cocina, echó a correr tras de mí, mientras su madre decía." Pero Joe, cariño, ¿qué te pasa?"Corrí y corrí con Tomás detrás de mí, hasta que extenuado caí sobre la hierba."¡No me pegues, no me pegues¡ ¡Siento haberme portado mal¡¡Siento que estén ácidos¡ le dije entre lagrimas. Tomás me dijo: "Pero ¿qué dices chiquillo? ¿por qué te has asustado así? "He visto los frutos, los frutos del árbol del bien y del mal. Tu madre los tenía encima de la mesa y seguro que están ácidos y me pegará" Tomás, sin entender nada, me dijo: "¿De que hablas Joe? Mama no te va a pegar. Sólo estaba haciéndote limonada para merendar. ¿Por qué te has asustado tanto?"

Cuando puede tranquilizarme, le conté la historia del árbol del bien y del mal y de como Dios había hablado con mi padre y que él vendría a buscarme para llevarme al infierno.

Tomás me llevó a casa, me preparó un vaso de leche caliente y un trozo de pastel, y me habló de un Dios bueno, que ama y protege a todos, sobre todo a los niños, y de un árbol llamado limonero, de frutos amarillos y ácidos, que nos refrescan en verano.

 
Amaia Villa
 
Foto: Teodoro S Gruhl (publicdomainpictures.net)
 

LLUVIA CONTIGO


La lluvia, otras veces triste, hoy parece besar la mañana. Paseo mi alma tibia con el sol pintado en los labios, mientros te miro de reojo y con mis dedos acaricio tu palma. Con paso bailarín chapoteo entre los charcos.



Amaia Villa
 
Foto: Studio Cl Art (Photl.com)

PARAISO ESCONDIDO

viernes, 17 de agosto de 2012

Busqué y busqué la manera
de romper los densos muros
que latigaban abrazos
que nos anclaban el alma
y nos hacían extraños.

Aún me duele
no haber encontrado
el camino que a ti me llevase
y que de vuelta,
desnuda,
en tus brazos me arrojase.




Aún hay días en que sueño
un rebelde agujero negro
tibio y lleno de color
pintado por ti y por mi
sólo para al fin querernos.

Y como un instante es muy poco
para compensar lo perdido
me quedo a vivir contigo
en ese espacio sin tiempo
en ese paraíso escondido.

Amaia Villa

Foto: Anna Langova (publicdomainpictures.net)

VERSOS ALADOS

jueves, 16 de agosto de 2012


Nana que me regalé a mí misma
Para todos los que amáis la poesía

 



Versos alados
dibujan mi alma
versos alados
velan mi sueño y me calman.

Me zambullo en un mar
de cadencias y palabras
y me seco con la brisa
de rimas alborotadas.

Hoy me duermo entre amapolas
que de canciones de amor me hablan
y me despierta el rocío
que me acaricia la cara.

Versos alados
dibujan mi alma
versos alados
velan mi sueño y me calman.

Amaia Villa

Foto: Anna Langova (publicdomainpictures.net)

REIVINDICO MI DOLOR



Cuando se repartieron las culpas
me adjudiqué la mayor parte
pues me dolía el dolor
que hubiera podido causarte.

Cuando se repartió el silencio
lo mezclé con mis lágrimas
y me bañe día tras día
en tu indiferente escarcha.

Cuando se repartió el olvido
me creé mi propio jardín
para sentirte a mi antojo
y guardarte para mí.



Hoy reivindico mi dolor
siento mi enfado
te digo que me hiciste daño,
muchas veces,
que tu vacío encendía mis reproches
y tu frialdad empequeñecía mi alma.

Hoy te devuelvo parte de la culpa
¡Ya es hora de que tú también la asumas¡

Amaia Villa

Foto: Peter Griffin (publicdomainpictures.net)

HECHIZO DE AMOR



Ingredientes:

-Cama con sábanas suaves.
-Un par de gotas de perfume en mi piel desnuda.
-Velas de vainilla.



Beso mi dedo índice y
con los ojos cerrados y los labios abiertos
pinto tu nombre en mi ombligo.

¡Abracadabra pata de cabra¡
Si hoy no logro soñar contigo
espero hacerlo mañana.

Amaia Villa
Foto: Petr Katrochvil (publicdomainpictures.net)

CUANDO DUERMES


Cada noche cuando duermes
cuando te oigo respirar junto a mí
y siento tu calor envolverme.

Cada noche cuando duermes
cuando me invade tu aroma
y te miro en la penumbra sin moverme.

Cada noche cuando duermes
sin que tú nada sospeches
haces brotar en mí
algo que me llena el pecho
que borra las amarguras
aleja los malos tiempos.

Y aunque haya sido duro el día
y el sueño no logre vencerme
cada noche cuando duermes,
me siento mas viva que nunca
por el gozo de quererte.

Amaia Villa

Foto: Consuelo Suarez (publicdomainpictures.net) 

JUGAR CON LAS PALABRAS

lunes, 13 de agosto de 2012

Este poema lo escribí tras acabar la letra de una canción.


Escribir, jugar con las palabras,
mil ritmos, sonidos, baladas
para mi es como música
que acaricia mi alma
que me hace sentir
que estoy viva y alada.

Escribir, jugar con las palabras,
fué mi primer juego
y hoy da vida a mis entrañas
porque aunque entre vacía
salgo plena y renovada.

Escribir...
hoy doy gracias a las letras

porque siempre me acompañan.

Amaia Villa

Foto: Elisa Xyz (publicdomainpictures.net)

PARA TI




Para ti
que entraste en mi corazón
y no pusiste verja, ni candado, ni bandera.

Para ti
que con la punta de los dedos
dibujas mi alma y la desvelas.

Para ti
un prado de amapolas
bajo un cielo de estrellas.

Amaia Villa
Foto: Marina Shemesh (publicdomainpictures.net)

MAÑANA



Había pensado en ahorcarse. Llevaba varios días planeándolo y la idea resultaba morbosamente interesante para su desgastada mente, le ayudaba a llenar el tiempo cuando llegaba a su solitario piso...No quería pasar por alto ningún detalle. En ese momento él tendría el control absoluto. El sería el director, guionista y protagonista de su última escena, él decidiría cómo, cuándo y donde.

Era enfermero en la planta de traumatología de un hospital de provincia y estaba harto de su trabajo, pero cuando ayer la anciana de la 206 operada de cadera, gruñó por milésima vez y su supervisora dijo que la semana que viene tendrían que hacer horas extras no le importó. La semana que viene ya no estaría allí. Por él como si se quemaba el hospital.

Esa misma noche dio por terminado su plan y como un actor antes del día del estreno repasó su papel. Quería tenerlo todo preparado así que escribió ya la nota de despedida, fría y sin adornos, como había sido su propia vida.

Al Sr Juez:

Esto es un suicidio.

Firmado: Joaquín García.

Luego se metió en la cama. Mañana iría al trabajo por última vez. Había decidido hacerlo al volver de trabajar , sería la mejor hora, hasta el día siguiente nadie lo echaría de menos y entonces...

Al día siguiente fue a trabajar, repartió la medicación por última vez "¡Qué bien¡ " -ya estaba harto de tanto antiinflamatorio. Tomó las tensiones por última vez "¡Menos mal¡"-ya debía de ser la millonésima vez que lo hacía y "¡Qué horror" tuvo que hacer la cura a la de la 206, "Al menos mañana se libraría".

Eran las dos de la tarde y le faltaba una hora para salir. Le avisaron de un ingreso: una joven de veinticinco años que venía trasladada de otro hospital. Estaba parapléjica por un accidente de coche. "Estará un buena temporada aquí para la rehabilitación"- pensó -. "Bueno yo no lo veré". Fue a la habitación y empezó a examinarla y a tomarle las constantes. La joven había estado ya varios meses en otro hospital y estaba acostumbrada a toda clase de preguntas y pruebas. No se quejó ni una sola vez, tan sólo se le quedó mirando dulcemente con unos enormes ojos verdes. "Bueno ya está "- le dijo Joaquín. "Me alegro de conocer ya a alguien aquí, mañana ¿vendrás tú también?"


Amaia Villa
Foto: Bobby Mikul (publicodomainpictures.net)

SOMBRA DE SOMBRA




                                                         Sombra de ti
sombra de mi
sombra de sombra


hoy que la luna no brilla
ni ese consuelo me queda.

Amaia Villa
Foto: Anna Langova (publicdomainpictures.net)

RESCOLDOS

domingo, 12 de agosto de 2012



Busco el calor de tu fuego
en las cenizas que habitan
bajo mi cama.

Dicen que donde hubo llama
rescoldos quedan,
fríos rescoldos
que no logran calentar mi alma.




Anhelo un sol desbordante
que a gritos entre por la ventana
un arco iris de luces
que dé color al mañana.


Amaia Villa

Foto: Petr Kratochvil (publicdomainpictures.net)

LA BICICLETA ROJA


Relato que escribí en el taller y que se publicó en el libro que nos editó el ayuntamiento.


La vio por primera vez en la tienda del señor Fermín. Faltaban dos días para Navidad y había ido con su madre a hacer las compras. La tienda era una mezcla de droguería, tienda de alimentación, juguetería y objetos varios. Ella estaba en un rincón, como olvidada entre dos latas de pintura y un gran saco de patatas, pero destacaba con su brillante color rojo y una pegatina de una preciosa luna blanca en el frontal. Se acercó a ella despacio, como hipnotizado, acarició su sillín de cuero marrón. "¡Qué suave¡"-pensó-y tocó el pequeño timbre plateado con deleite: ¡ringg¡¡ringg¡ Ya se imaginaba a sí mismo montado en la bicicleta, camino del río, yendo a por renacuajos...-"¡Fernando, deja eso y vamonos, que se nos hace tarde¡"-le dijo su madre sacándole de golpe de su sueño.Ya en la cama, Fernando no podía dejar de pensar en la bicicleta roja. Recordó que en su carta a Papa Noel había pedido un patinete y un balón, pero ahora cambiaría gustoso ambas cosas por la bicicleta. Pero ya no podía, aunque escribiese otra carta no llegaría a tiempo.

Entonces se acordó de una historia que había oído contar a su abuelo:"A las afueras del pueblo, hay un barranco donde viven unos duendes, se llama el barranco de los deseos. La gente va allí y piensa con mucha fuerza en lo que quiere mientras tira una moneda. Cuanto mas difícil sea el deseo, algo más valioso tienen que dar a cambio, pero merece la pena porque los duendes cumplen su deseo"

Fernando no tenía dinero, pero pensó que quizás si daba a los duendes otra cosa, valiosa para él, éstos cumplirían su deseo. Al día siguiente cogió su soldadito de plomo preferido, fue al barranco y lo tiró al fondo pensando con fuerza en la bicicleta roja.

Al llegar la mañana de Navidad encontró un paquete enorme al lado del árbol y al abrirlo vio que era su bicicleta roja. Saltó y gritó de contento: " ¡Es mi bicicleta, mi bicicleta roja¡ Sólo hay una manera de que Papa Noel se haya enterado, los duendes se lo han contado¡" Montó la bicicleta y le dijo: "Te llamarás Luna"

A partir de aquel día Fernando y Luna se hicieron inseparables. Con ella bajaba al río a bañarse e iba al páramo a cazar mariposas. El mismo la limpiaba cuando sus juegos los llevaban por parajes embarrados, a ella le contó la pelea con su amigo Carlos y el miedo que tenía cuando por la noche monstruos y ogros se acercaban a su cuarto.

Hoy Fernando está sentado a la orilla del rió con Luna. Hoy no hablan de mariposas, ni renacuajos ni de Matías el maestro. Hoy Fernando, triste y con los ojos llorosos, le cuenta que papá y mamá discutieron anoche, que papá cogió una maleta y se marchó, que mamá lloró mucho y que cuando él le pregunto "Mama, ¿cuando volverá papá?", ella le dijo: "No se." Fernando dice a Luna que él quiere que papá vuelva y que mamá deje de llorar y que sólo ella, Luna, le puede ayudar. Seguro de que le ha entendido, se monta en su suave sillín y se dirige al barranco de los deseos. Al llegar se baja despacio y la abraza de nuevo diciendole. "Gracias Luna. No te olvidare."

Amaia Villa

Foto: Scott Meltzer (publicdomainpictures.net)


TE INVITO A MIS SUEÑOS


Me enredaba en tus espinas
    mientras te quemaban mis zarzas
    tus ojos nublados de lágrimas
           no te dejaban ver que sangraba.

  Dejó un poso nuestra historia
versos tristes sed amarga
pero te invito a mis sueños
 en una tregua anhelada.


Sin pasado sin presente
sin reproches ni desgana
sólo dos almas soñando
en la dicha de la calma,
mi espalda contra tu pecho
tus dedos bajo mi palma.
¡Cuánto amor duerme en este lecho¡
¡No quiero pensar en mañana¡

Amaia Villa

Foto: Photl.com


MI HORA BRUJA

sábado, 11 de agosto de 2012



Dos de la madrugada, mi hora bruja
cuando los duendes vienen a despertarme
y me traen papel y pluma
colinas, versos y valles.

Y voy arrriba y abajo
y vuelo para luego estrellarme
y rebusco entre la espuma
un mar que pueda calmarme.


A veces río, a veces lloro
pero no puedo pararme
por eso duerme a mi lado
mi libreta azul de viajes.

Mil veces enciendo la luz
mil veces vuelvo a acostarme
y sueño con estos versos
que mañana vendrán a buscarme.

Amaia Villa
Foto: Petr Kratochvil (publicdomainpictures.net)